Archivo de la categoría: Recuerdo

Efímera

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Floreció aquella noche,
ante atentas miradas,
en una explosión
de fuego,
asombro,
 
y luz
 
 
 
Luces efímeras en Diwali                             
 
 
 
 
 
 
 

10 en 1

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Nos solía decir:

si la envidia tuviera coloooor

de qué colores vendrían algunos

 

 

precisamente los colores eran la causa

de mi tendencia al vegetal,

con dispositivo de selección o selecciancia,

y para los que somos indecisos,

sólo presiona el botón superior

y vuelta a empezar

 

pero lo mejor era

el aroma de los colores

 

 

¡los colores no huelen!

los de la infancia, sí

 

Tributo a Don Antonio -gracias al cual yo no suelo tener faltas de ortografia

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Dice Santi que está elaborando una colección de blogs plagados de faltas de ortografía. Debolber, cómo se puede escribir algo así?????

 

Mi respuesta ha sido rápida, clara, concisa: eso es porque no les dió clase Don Antonio….

 

Don Antonio

Sí, esa es la cara de nuestro Don Antonio. Cara de bonachón, creo recordar que llevaba gafitas. Era bajito y gordito, era un tío majo que no te ridiculizaba ni te ponía en evidencia ante los demás, no nos arrancaba hojas del cuaderno ni nos martirizaba en la pizarra. No nos provocó ningún trauma.

A veces te premiaba con un punto positivo, pero nunca he sabido si eso servía realmente para algo, porque si no me falla la memoria, luego eso no te contaba en la nota. Bueno, un incentivo, sí, pero ahora que mi espíritu se está transformando en algo práctico por culpa de esta vida materialista y consumista, no le encuentro sentido a los puntos positivos si luego no los acumulas en forma de ahorros y te proporcionan un interés aplicable a tu nota final. Bonito, sí, pero poco útil para nada que no sea tu alegría infantil. Mamá, me han puesto un positivo. Qué bien.

Era un buen hombre, creo. A veces ponía "ceros". En rojo. Pero tampoco contaban. Eso sí, en los exámenes, te suspendía por faltas. Éso es lo mejor que hizo don Antonio!!! Porque gracias a él, sé escribir!!! En Castellano!!!

Sus clases no eran especialmente aburridas ni tampoco especialmente divertidas. Pero creo que aprendimos con él.

Eso sí, lo que recuerdo con mayor claridad, era su aroma: tabaco y carajillos. Si no hubiera sido por su buen talante, lo tomaría ahora por otra cosa, porque oler así ya a las 9 de la mañana… No, pero era un buen hombre. También recuerdo su pelo algo canoso, y embadurnado de gomina, espero -o de alguna sustancia natural segregada por su propio cuero cabelludo-. Y tampoco olvido cuando se lo rascaba con sus rechonchicos dedos, cuyas falanges distales eran cuadradillas y con las uñas recortadas en esa misma forma. Sí. Inclinaba un poco su cabeza y se rascaba. Es natural, somos humanos.

¿Seguirá por allí? Conociendo ese colegio, donde las momias pueden seguir trabajando y recibiendo flautazos, puede que aún no se haya retirado.

 

Y los libros que nos mandaba para leer. La Tesis de Nancy era un libro… que él definió como divertidísimo. Con la descripción que nos dió, creí que me moriría de risa leyéndolo… pero… a mí me pareció que tenía una gracia algo pasada de moda. El libro iba de una inglesa que venía a España de viaje, y flipaba con nuestras arcaicas costumbres. También se enamoraba de un gitano. La inglesa y el gitano. Para morirse de risa. En fin, que pensé que cuarenta años atrás, en la España que lavaba la ropa en el río, en la España de Lola Flores, el libro debió hacer mucha gracia. Pero a mí me resultaba un humor algo obsoleto. Años más tarde descubrí que los ingleses siguen teniendo de nosotros una imagen parecida, seguramente fomentada por libros como ése. Aún piensan que no tenemos tele en color ni lavadora.

Otro libro con el que también debería haber fallecido según don Antonio, era el Lazarillo de Tormes. Con este libro no me voy a meter porque se merece el respeto de los grandes clásicos de nuestra literatura. No voy a llegar yo a echarlo por tierra después de siglos de consideración positiva. Pero tampoco me reí.

 

Y eso es todo lo que recuerdo sobre don Antonio. Todo con mucho cariño. Porque gracias a él, no tengo faltas de ortografía. Porque gracias a él, me pregunto qué es lo que falla para que tantísima gente las tenga.

 

Santi tampoco las tiene. Y también se pregunta a qué se debe ese analfabetismo.